Hace unas semanas salió El Poeta
Halley, el octavo disco de estudio en la carrera de Love of Lesbian, y luego de
unas intensas sesiones escuchas, nos animamos a hacer el intento de descifrar
las letras y sonidos que produjo el grupo luego de un año sabático.
Planeador, la canción con la que
abre el disco, es un canto a la inspiración. Esa musa caprichosa a la que hay
que hacer tributos de noches en vela por temor a que no aparezca la próxima vez
que se siente, en este caso Santi Balmes, frente a una hoja en blanco. Ese
temor no es para menos cuando el inventor del poeta Halley elevó las
expectativas de sus seguidores con su trabajo anterior; la pesadilla aumenta al
día siguiente porque el artista se levanta para vivir un día más consigo mismo.
Cuando el pánico entra a escena,
el artista, ruega porque Inspiración aparezca y le permita escribir un poema
decente, ya no digamos una de esas canciones que marcan, inclusive, la piel.
Pero el artista no se da cuenta que en su petición va la poesía implícita.
Musicalmente, el tema no es
difícil de digerir, y los casi seis minutos pasan volando. Y ya está, se ha
supera esa segunda frontera -la primera es la del sencillo inaugural- que tanto
miedo da cuando una banda lanza un nuevo material inédito.
La siguiente canción, Bajo el
volcán, aparece sin permitir un respiro para digerir a su predecesora. Y nos
damos cuenta de que Inspiración respondió al llamado. Esta es una historia de
alguien que llega a una relación para destruir todo a su paso. Alguien que
cobra conciencia de todo el mal que puede hacer y por ello decide exiliarse y
vetarse de la vida de aquella a quien amó.
El desarrollo musical asemeja al
propio viento que va aumentando su fuerza gradualmente hasta explotar. Empieza,
va y viene una melódica guitarra que se ve superada por el bajo y la batería en
el coro; regresa y vuelve a ser superada. Entonces viene el ojo del huracán: un
puente musical que rompe con un ritmo que pareciera ser de una canción
diferente. Para el final, la melódica guitarra no va más, se le ha metido un
pedal que la distorsiona y se va con fuerza. A diferencia del huracán.
Cuando mo me ves es un canto a
todo eso que el artista no se atreve a decir cuando está en presencia de la persona
que es objeto de su ansia de posesión. A los más oscuros, bajos y pasionales
pensamientos que vienen con el valor que no está siendo observado. A diferencia
de la anterior, esta canción es mucho más uniforme en su estructura musical,
que va de un ritmo rápido y constante.
Cuando la banda barcelonesa
estaba grabando este disco, Julián Saldarriaga escribió un diario
para el portal Mondo Sonoro en el que relataba la experiencia de volver al
estudio. En él, Julián advirtió que las letras no eran sencillas y demandaban
la participación de quien lo escucha. Y sobre advertencia…
…Los males pasajeros, una canción
con letra difícil. Parece que el título podría explicarlo todo, pero este track
se compone de pequeñas ideas felices, contrariadas, sinsentidos, optimistas. Es
algo muy parecido a la vida misma enfundada en una melodía tranquila.
Es un hecho que si algo rige la
vida de las personas es el sexo, y canciones sobre esto hay muchas; Incapacidad
Moral Transitoria (I.M.T) se suma a ellas y nos deja una importante lección: no
hay peor cosa que arrepentirse de lo que se ha hecho. “No se salva nadie, los
ángeles también pagarían por sentir mi euforia, gloria, aunque luego se
sintieran como alada escoria, Dios les odia”. Ese tipo de líneas van acompañadas
de una reiterativa guitarra y sintetizadores discretos, pero siempre presentes.
Love of Lesbian domina la
destreza de hablar de historias que ocultan en su trasfondo algo más. En busca
del mago cuenta la historia de un pájaro que está a punto de quedarse sin su
mago, al que siempre perteneció; éste le abre las ventanas y le ofrece su libertad
como último acto de ilusionismo, pero el pájaro se niega a volar pues se
convence de que sin mago no hay magia. Hasta que recuerda que a nadie
pertenece, encuentra a otro mago y olvida al anterior. Detrás de esta
tristísima historia está oculta la del amor.
Dentro de la instrumentación
encontramos algo poco usual en los recursos de esta banda: una caja de ritmos,
que no sustituye a la batería en absoluto; la guitarra en tonos bajos y con
delay suena a lo lejos y con ella salen las últimas notas del track. Sin
embargo, aquí sí notamos que los instrumentos son relegados a un segundo
término para enmarcar una historia que puede pasar por una fábula.
Las guitarras acústicas de
Océanos de sed, de principio a fin, se ven a merced de unos dominantes sintetizadores
y de una batería que se va engrandeciendo conforme se desarrolla la canción. La
letra habla del intento de llevar a las últimas consecuencias una ruptura
amorosa, fallando misteriosamente por la curiosidad de lo que falta por
descubrir en la galaxia del otro.
La octava pista del álbum es un
recordatorio de todo lo que conlleva enamorarse más allá de las consecuencias
físicas, que todo es por culpa de un proceso químico en nuestra cabeza y que la
locura esa lo mejor que podemos aspirar. Psiconautas es la canción con mayor
duración y la que mejor desarrollo musical ostenta pues empieza con un ritmo
muy marcado y la inclusión de algunas trompetas para romperse con un extenso
puente, como si estuviese sufriendo el ataque de alguna enfermedad mental que
la trastorna y la vuelve oscura.
En este álbum, Santi toca
pequeños pedazos de la experiencia humana de estar vivo; pareciera ambiguo el
concepto, pero Canción de bruma trata de la incertidumbre del no saber qué va a
pasar a continuación en la relación. Es decir, exploran desde el amor más loco
hasta la desesperanza de ver que todo se va al traste.
Esta es la canción más lenta y
tranquila, se quitan por un momento los disfraces y se desmarcan de toda faceta
divertida para ponerse serios a la hora de tocar. Sólo guitarras y piano
acompañan Santi.
Probablemente toda persona llega
a ese punto en el que tiene que plantearse en dónde está parado, qué es lo que
ha hecho y si ha aprendido suficiente, o al menos lo más básico.
Contraespionaje es eso y más: es permitirse cambiar principios antes de que
lleguen los finales.
La energía que podríamos llamar
de rock que estaba presente a lo largo de los primeros temas se ha desvanecido.
Eso no quiere decir que el álbum desmerezca, ni por un momento, pero se vuelve
más difícil tratar de descifrar la música. La estructura pareciera más
sencilla, pero hay arte en el saber cuándo no sobrepasarse con la
instrumentación. Guitarra, batería, bajo, piano voz, todo, está al mismo nivel.
Y de repente viene un quiebre en
este orden que llevábamos el disco; aparece El yin y el yen para sacar de forma
divertida el desprecio que nos hacen sentir algunas personas. Vuelven las
guitarras, los teclados y un bajo matón, por darle algún verbo.
El ciclo lunar de Halley Star nos
lleva de vuelta al inicio del disco, Halley responde la llamada que se le he
hizo. Inspiración vuelve para el gran cierre, como si no hubiese intervenido en
lo que ya escuchamos. Reaparecen también la batería dinámica y una guitarra que
nos remite al funk.
En el cierre queda de manifiesto
que la inspiración no es fácil de atrapar, de otra manera escucharíamos sobre
El Poeta Halley al menos una vez al año. Ésta es una canción sobre el fino arte
de escribir, con cuidado y miedo, pero siempre con esperanza de dar con la
palabra justa.
Y es ahí en donde reside lo
singular del álbum en conjunto, no es la inspiración, son las palabras. Porque
éstas llegan todos los días, pero no todas terminan en un gran disco, a veces
se quedan en papel. Es entonces que escuchamos un poema de Santi en voz de Joan
Manuel Serrat.
Cuesta trabajo imaginar estas
canciones en un concierto porque el álbum obliga al disfrute contemplativo; a
no hacer nada porque si no te pierdes de algún detalle. Este año nos toca ver a
Love of Lesbian en México dos veces, desde aquí empieza la nueva gira, la del
viaje de Halley Star.
Para Joyride
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