martes, 17 de enero de 2017

Los próximos clásicos de cantina: reseña a “Todo nos trajo hasta hoy” de San Pascualito Rey


Seis años tuvieron que pasar para que tuviéramos un nuevo álbum de estudio de San Pascualito Rey, y al parecer, bien valió la espera. Todo nos trajo hasta hoy (2016), además de ser el título del disco, es también un recordatorio de que las historias contenidas en Sufro, sufro, sufro (2003), Deshabitado (2006) y Valiente (2011), así como todas las experiencias obtenidas en los shows en vivo y las que adquirieron cada uno en sus proyectos, desembocan aquí. Aunque por supuesto que no es el final.

Las doce canciones que componen la placa reafirman que San Pascualito Rey está haciendo las canciones que nuestra generación ha de escuchar en las cantinas.

La apertura, Lo que quieres ver, es contundente: una guitarra distorsionada antecede a una letra que parecía recurrente en las canciones de mariachi: una mujer que cuestiona el amor que le es brindado en el que el hombre se entrega a manos llenas. Una batería de compases constante se hace acompañar de un bajo mucho más rítmico, y un teclado al fondo entinta el track.

Aquí estaré, su sucesora, empieza mucho más suave, pero también echa mano de la temática de un amor incondicional, muy a pesar de que ya todo haya terminado. Con audífonos, del lado izquierdo se escucha una guitarra que ofrece ondulaciones en sus notas y del lado derecho una levemente distorsionada, que toma protagonismo en el coro.

En la cuarta canción, se puede encontrar indulto y justificación de las decisiones que hemos tomado. La instrumentación es mucho más suave, un redoble de batería y unos cuantos acordes recuerdan que menos es más.

En el track cinco se asimilan la ruptura amorosa, así como que hay cosas de las que uno nunca se va a poder deshacer porque éstas son inmateriales. Un par de guitarras rápidas dan coraje y una batería es ese aroma que da valor. Durante dos minutos, se queda uno con el sabor y tibieza en la garganta, propios de un trago derecho o de repetir hasta el llanto Nunca te voy a olvidar.

Si usted ya escuchó el disco o lo está haciendo a la par de esta reseña, habrá notado que hacen falta esos toques que les merecían títulos como dark guapachoso y grupero-melancólico-espacial-tropicoso. Aunque todo eso lo encontramos en Bailón, porque cuando se ha bebido lo suficiente, las desinhibiciones nos hacen creer que podemos bailar.

En la oscuridad es el primer corte promocional oficial de la placa y aquí volvemos a bajar el ritmo así como el ánimo, sin embargo también es la más esperanzadora. Con un baile se pueden resolver un par de cosas y para ello, la música tiene ciertos elementos apenas perceptibles en el fondo, como un teclado y voces de fondo.

Hemos de cerrar nuestra reseña en la décima canción, En estampida. Aquí se recuperan esos toques mexicanos con lo que adivinamos que pudiera ser una jarana mezclada con una breve batería, mientras que el bajo toma un rol más protagónico.

Tal vez, luego de echar mano de ritmos e instrumentos poco concurridos en el rock mexicano, la forma de experimentar que tuvo San Pascualito Rey fue dándoles un plano secundario. Se acentúa más en la poética, pero dejan de ser tan fatalistas. Debe ser la edad.

Para Joyride

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