La escena del hip hop sigue
reclamando con trabajo constante algunas plataformas que parecían ser
exclusivas al rock y ahora ambas escenas crecen a la par. Muchos artistas
siguen viendo en la Ciudad de México como una plataforma para crecer y desde
aquí han hecho una sólida base para sus carreras.
Hace algunos días nos reunimos
con Simpson Ahuevo, quien llegó de Hermosillo, Sonora para tomar parte de las
fiestas defeñas, y DJ Alan Anaya, quien se le unió hace cinco años al proyecto,
antes de que viajen a Estados Unidos para abrir la gira “¿Dónde jugarán las
gringas?” de Molotov, y platicamos acerca de cómo han logrado hacer mancuerna,
así como de los elementos que confluyen en su sonido.
Sus recientes canciones, Blunt de
Guayaba y Te Juro, ¿son parte ya de un nuevo material o son un calentamiento
para lo que viene?
Simpson: Ya están dentro de lo
que viene el próximo año. Todavía no tenemos una fecha en mente, pero ya está
completamente armado: son once canciones y Jorge es el nombre del álbum.
En el caso muy particular de su
proyecto, una cosa es lo que suena en el disco y otra el acto en vivo, ¿cómo
logran esa transición?
Simpson: Lo que procuramos cuando
nos presentamos en un lugar es que se sienta que aquello es una fiesta. La
sensación como tal, es muy bonita y yo lo sentí particularmente hace unos días
en la Plaza de Santo Domingo durante la Semana de las Juventudes. Yo creo que
es una de las mejores experiencias que hemos tenido sobre el escenario, y todo
fue por la respuesta de la gente que respondió muy bien desde Manos de Anillo,
me encantó empezar con esa canción.
Pero la relación con el público,
y la química que tenemos con ellos se debe a nuestra sencillez y buena onda; a
las ganas que le ponemos a lo que hacemos porque lo amamos. Lo hemos visto más
en lo que ha sucedido entre el año pasado y éste.
¿Cómo ha cambiado su forma de
trabajar a lo largo de los cinco los que llevan juntos?
Alan: Cuando empecé con Simpson,
mi labor era más como de acompañamiento; primero tuve que entender su show y su
energía a través de sus pistas. Conforme me iba familiarizando con toda su onda
empecé a tener la confianza de decirle que en tal momento iba a meterle un
scratch, por ejemplo.
Yo siempre he sido showman y
quienes me conocen te pueden decir que me gusta estar al frente. Pero cuando se
trata de hacer equipo, reconozco mi lugar y desde ahí trato de apoyar. Creo que
poco a poco le he demostrado un buen trabajo a Simpson como soporte sobre el
escenario y él me ha dado mucha libertad creativa de composición.
Me interesa sobre todo darle una
seguridad de que cuando le sugiero algo, aunque suene extraño o raro tal vez,
es un tiro certero. La confianza que nos tenemos es lo que le ha permitido
hacer tracks arriesgados pero divertidos, como Fiebre y uno que viene en el
nuevo disco.
Simpson: A mí me parece que esa
conexión ha sido desde el día uno. De mi parte, en cuanto a las letras, creo
que soy más maduro, pero no ha habido un cambio drástico. A lo mejor sí soy más
cuidadoso, pero sigo escribiendo de mi familia, mis amigos, de lo que veo en la
tele, en la calle o de las pláticas que tenemos.
Quizá sí había procurado una
línea con los últimos sencillos y Te Juro es un cambiazo, pero ya había algo
así como un antecedente con Manos de Anillo. Quiero creer que desde el
principio he sido muy versátil; nos consideramos románticos y siempre es bueno
sacar un tema así para calmar el ambiente.
Alan: Me acuerdo que con Manos de
Anillo en particular, Simpson llegó con su productor de ese entonces, le
explicó la situación y llegó con un sampleo y una visión de cómo quería sonar.
Y eso habla bien de un MC, que no espere que el DJ llegue con el primer beat;
en nuestro caso, él siempre trae algo armado sobre lo que me puedo montar. De
repente todavía nos funciona eso de estar en el estudio rebotando ideas hasta
dar con algo que suene bien y de ahí disparar el flow.
Simpson: Inclusive, hay pistas o
bases que están en internet y escribo algo sobre ellas. Ya después les presento
ese borrador y le damos un tratamiento.
Las últimas lecciones las han
aprendido al compartir estudio con Tito Fuentes a quien ven soltando
ideas sin saber a ciencia cierta qué lo va a inspirar, de dónde va a agarrar
elementos sonoros y planteando las cosas de manera muy verbal hasta que se le
une Milo y todo toma forma.
Esto les ha dejado como
experiencia nunca dejar de soltar ideas en aras de que, si no sale algo a la
primera o no queda lo que se espera, siempre puede salir algo rescatable para
más adelante.
En una plática con La Banda
Bastön meses atrás, coincidimos en que el hip hop está por tomar lugares que
parecían corresponderle sólo al rock. ¿Están listos para ese siguiente paso?
Alan: ¡Sí!, desde nuestra
participación en el Vive Latino, procuramos un show con una curva dramática y
un discurso alrededor de nuestras pistas. Cuando presentamos Fiebre en Sala
Corona, tratamos de hacer un concierto en toda la extensión de la palabra.
Tocamos canciones que los fans creían poco probables y con la energía que
recibimos esa noche nos demostramos a nosotros y al género que sí podemos.
Dimos una de las mejores noches de hip hop que haya visto la ciudad, sin duda
alguna.
El reto que nos propusimos desde
entonces fue el de, eso que hicimos el año pasado, hacerlo en todos los
escenarios en que nos presentemos.
Simpson: Nos ayudaron mucho las
doce fechas que hicimos en el Circuito Indio y no tenemos ninguna duda de que
esta próxima gira con Molotov nos va a volver más fuertes. Sobre todo, a llevar
la creatividad escénica al límite, ser más expresivo con el cuerpo, echar mano
de todo lo que tienes a tu disposición y no sólo de la voz y de la pista.
Algunas veces, parece que la
crítica más fuerte viene de los propios fans cuando reciben de “su artista”
algo a lo que no están acostumbrados o parece ser un salto experimental
demasiado arriesgado. Simpson no ha estado exento de esta situación pues Fiebre
levantó ámpula entre sus seguidores a causa de un beat cercano al reggaetón y
en el Blunt de Guayaba, la forma de vestir de Jorge también les valió algunos
comentarios negativos.
Alan: Es que a veces también se
trata de provocar. Como te decía hace rato, nosotros sí estamos listos para
llevar las cosas a un siguiente nivel en el que lo dejaron algunas grandes
bandas como Control Machete, y el público también tiene que pasar por una
especie de crecimiento. Queremos hacerles ver que nos estamos quitando de
etiquetas y que el rap se puede acoplar a muchos ritmos diferentes, siempre
siendo honestos.
Esta dupla nunca va a ser
complaciente con nadie. Coinciden ambos en que en Simpson Ahuevo recaen varias
escuelas del hip hop, desde Mc Hammer pasando por los Beastie Boys hasta el Wu-Tang
Clan, así como algunos elementos que obtuvieron de Dr. Dre o Snoop Dog de la
costa oeste. Inclusive están presentes algunas manifestaciones que nunca se
pudieron asentar en nuestro país o no llegaron como es el caso de un sonido de
Atlanta que está entre el crunk y el trap.
Ese hueco que dejaron los medios
al no haber sabido abordar al hip hop a principios de la década pasada, les
permiten jugar con sonidos de un rap que en Estados Unidos ya fue y en México
pueden sonar frescos.
Sin embargo, no sienten ninguna
nostalgia por lo que ya fue, tienen su atención puesta en lo que está
sucediendo ahora y lo que va a provocar mañana.
Hace algunos meses, le abrieron
el show a Molotov en el Palacio de los Deportes y no podíamos dejar de
preguntarles sobre ese episodio en su carrera.
Simpson: La verdad es que cuando
salimos al escenario se sentía cierta expectación en el aire, pero sí tengo la
sensación de que logramos mover varias cabezas. Porque si hubieran querido
bajarnos lo habrían logrado. Pero hubo respeto de ambas partes, aunque sí creo
que más de uno pensó que ya habíamos valido madre: dos güeyes solos con
overoles naranjas.
Alan: Nunca se pasó más allá de
los gritos clásicos que se escuchan en cualquier concierto, porque cualquiera
que se hubiera subido, la habría tenido difícil. A lo mejor no nos adoraron,
pero nos dieron una gran lección de camaradería entre público y artista.
Simpson: Algo que recuerdo mucho
es haber visto a Tito con su esposa y sus hijos, pararse frente a nosotros y
tirarnos buena onda. Yo sentí muy chingón, como que nos dejaba en confianza con
su público a la vez que nos decía: chínguenle.
Para Joyride
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