lunes, 14 de mayo de 2018

Un tratado del interior y ser feliz: entrevista con Izal


Luego de tres semanas de promoción en su natal España y un par más en Colombia y México, el grupo Izal finalmente pudo presentar su nuevo álbum Autoterapia (2018). Fue el escenario del Lunario del Auditorio Nacional el elegido para dar comienzo oficial a este nuevo ciclo.

Y aunque confesaron que las entrevistas no son la parte favorita de su trabajo, antes de sus dos presentaciones en nuestro país, platicamos con Mikel Izal (voz) y Alberto Pérez (guitarra) acerca la importancia de los fans en su ascenso y de cómo hacer un disco personal que mire al exterior.

Algunas personas los ponen como una de las bandas independientes más exitosas, ¿cómo miden este aspecto?

Mikel: Bueno, sucedió como un milagro. Un grupo como el nuestro, que tuvo que financiar los primero dos discos con el apoyo de los fans que pusieron el dinero, mediante crowdfunding, poco a poco pasó a tocar en sitios cada vez más grandes. Como una bola de nieve pequeñita que empieza a rodar y de boca en boca crece hasta el concierto de fin de gira del disco anterior. Casi veinte mil personas agotaron tres meses antes las entradas de uno de los lugares más grandes que hay para tocar en España.

Si lo analizas así da bastante vértigo y parece hasta inexplicable, pero luego resulta muy sencillo: son ocho años levantándonos pensando qué podemos hacer para que una persona más escuche nuestra música, decida si le dice algo y que la pase a algún colega. Afortunadamente mucha gente decidió hablar de nosotros.

México es una especie de vuelta a empezar, en la que no tenemos oportunidad de dar pasos cada semana, sin embargo, cada que venimos, sentimos que damos una zancada. Esta es nuestra cuarta vez acá y tal parece que vamos a llenar el Lunario, ese es un paso que nos costó cuatro años de trabajo en España. Parece que los mexicanos poco a poco también hablan de nosotros.

Ustedes van camino a suscribirse a una larga lista de bandas y artistas españoles que congenian con el público mexicano. ¿Qué piensan al respecto?

Mikel: Ya hay un caminito abierto que, por un momento, nos da la impresión, se detuvo y ahora viene reformado. Las bandas que venimos somos las independientes o alternativas como nuestros amigos de Love of Lesbian y Vetusta Morla, y es un orgullo que esa primera línea del rock muestre un lado diferente a las bandas que nos precedieron, como Mecano o los Héroes del Silencio. Es una maravilla ser uno de esos grupos que intenta abrir camino en México.

Los fans son fundamentales en directo y a veces son protagonistas. Para nuestra fortuna, hemos podido conectar con ellos de forma increíble, la energía entre ellos y nosotros es fantástica. No somos Gato y yo cantando solos, tenemos un karaoke de hasta 17 mil personas y eso nos ha ofrecido unas noches mágicas.

Para el grupo, no hay como dar un concierto y estar frente a frente con su público. Mikel asegura que no se puede tener un mal día cuando se tiene la oportunidad de subir al escenario y no temen poner su presentación en el Foro Indie Rocks! en el top cinco de sus mejores conciertos.

Se describen como unos privilegiados por los fans que les han permitido llegar hasta donde están, y a pesar de eso, esos mismos seguidores, no perdonaron la nueva versión de Canción para nadie y la recepción fue brutal.

¿En qué momento se sienten en deuda con su público y cómo se afronta el no darles gusto a todos?

Mikel: No, yo no escribo para el público. Les agradeceré toda la vida lo que han hecho por el grupo, que no ha sido poco, y porque hacemos lo que nos gusta gracias a ellos. Tratamos de devolverles el favor investigando tanto como es posible para un próximo disco, haciendo los mejores conciertos de los que somos capaces y dándoles en el show las canciones que creemos que les gustan. Hacemos todo lo que se puede hacer. Excepto cantar para ellos.

Compongo para mí como quien escribe un diario o dirige una película, no concibo que un artista escriba porque le puede emocionar a no-sé-quién. No, esto es mucho más personal y tengo que ser fiel a mí mismo, mientras lo sea, todo irá bien. El día que haga lo contrario quizás el público dirá “uhm, algo ha cambiado y no me gusta tanto”.

Hablando en concreto de Canción para nadie, la compuse hace mucho tiempo con un sonido que ya dejé atrás, no reniego de él, lo hice en aquel entonces, pero ya no me sentía reflejado en ese sonido. Sin embargo, mucha gente hablaba de ese tema, que es raro porque nunca se grabó, fue como una hierba que crece en el asfalto, se hace fuerte y ay de Dios que pare aquello.

Mikel decidió rescatar un mensaje con el que todavía se identifica y sigue vigente: esperar a que alguien especial llegue a cambiarte la vida. Fue el envoltorio musical lo que modificó para hacer una versión con la que se siente más cómodo y que refleja sus nuevas influencias.

Por eso, el compositor ríe y asegura que sabía que iba a suceder, que le iban a caer ostias por todos lados, pero que igual le apetecía hacerlo. Acentúa la risa y apuesta a que sus fans van a cambiar de opinión.

Este es el disco en el que más se han permitido experimentar musicalmente, ¿cómo es ese proceso de tratar de acompañar lo que está platicando Mikel?

Alberto: Tratamos de no meter cosas en el disco que no podamos tener en vivo. Siempre puede pasar que vas a ver a una banda y si no está ese arreglo que te encanta llega a ser decepcionante. Si yo tengo dos guitarras que se enciman, trato de rescatar lo más representativo. Tenemos dos meses trabajando en un lavado de cara de las canciones que ya tenemos más tiempo tocando, nuevas entradas o nuevos enlaces. Hay temas que inclusive decidimos cambiar para no aburrirnos nosotros y no aburrir a los fans.

Eso es en parte una evolución. Me ha pasado algunas veces que regreso a una canción y me planteo si la hubiese tocado de otra manera, si hubiera hecho algo diferente con la guitarra. En el momento siempre trato de interpretar como creo que es, sin tener que preguntarle y apoyar en lo máximo posible a elevar la emoción de la canción.

Ese es el trabajo que hacemos, que nos emocione a nosotros y por suerte logremos coincidir con muchas personas en ese campo y se emocionen igual que nosotros.

¿Qué pasa en el lapso en que termina el ciclo de un disco y Mikel llega con nuevas composiciones?

Alberto: En este disco teníamos más tiempo para probar cosas en el estudio, yo ya llevaba algunas cosas vistas por mi forma de trabajar la guitarra. La entrada y el estribillo de El Pozo salieron en uno de los dos fines de semana que me quedé solo y me puse a tocar dos o tres horas en bucle. Hasta que creo que melódicamente aporta algo al mensaje de la letra o al baile.

Al principio del grupo había un proceso en el que ya estaban compuestas las canciones y estaba todo más cerrado y yo me dedicaba a variarle un poquito. Cada uno va aportando más al sonido del grupo de acuerdo con su investigación. Por ejemplo, el tres cubano o el Lap Steel acústico, que me puse a tocar en mis ratos libres para ver si algún día podía usarlos en una composición y se han podido utilizar instrumentos que yo no veía mucha cabida.

A pesar del nombre del disco, y de la concepción que se le pueda dar a una autoterapia, este disco habla más sobre la proyección de lo que uno es hacia afuera.

Mikel: Yo lo que vi es que había mucha primera persona del singular, eran como cartas. Siempre escribo para mí, me hablo a mí mismo cuando compongo, nunca pienso en un público al que pueda llegar esa canción, no sé si alguien llegue a escuchar esa canción. Sé que el grupo sí, porque todo lo que compongo suelo enviárselos, pero al final me di cuenta de que continuamente estaba hablando de cómo intentar ser feliz.

Obviamente hay muchos factores externos y otros tantos internos, se trata mucho llevarse mejor contigo mismo. Porque lo que puedes controlar es a ti mismo, los factores externos escapan de tu control. Creo que es un tratado del interior. He mirado mucho más adentro que afuera.

Otra cosa es que lo haya hecho desde puntos de vista diferentes y desde historias que hablan de sentimientos globales, incluso puede parecer que lo hago desde otras personas. Mi forma de escribir es tan variada, quiero pensar, que casi nadie sabe de qué estoy hablando o quién es el narrador de la historia. Al final sí que creo que este es un tratado de gestionar la felicidad.

Para Joyride

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